No hacía un mes, el Vaticano anunció la creación por la Pontificia Academia Mariana Internacional (PAMI) de un “Observatorio sobre apariciones y fenómenos místicos”, para estudiar los casos de presuntas apariciones, mensajes y fenómenos relacionados con la Santísima Virgen.
El Observatorio será dirigido por el presbítero fray Stefano María Cecchin OFM, el mismo presidente de la PAMI, y en una entrevista el 30 de Abril al medio “Alfa y Omega” vinculado a la archidiócesis de Madrid, explicó que si bien los obispos son los que deciden sobre estos casos, su instituto puede intervenir en ellos emitiendo conceptos:
«las apariciones se examinan con lupa de forma interdisciplinar bajo una perspectiva científica. La comisión está formada por médicos, abogados, psicólogos… Hay que analizar, por ejemplo, la moralidad de los videntes, su estado físico y psíquico o si hay condicionamientos o intereses externos».
Según Cecchin, uno de los criterios de la PAMI para determinar si una aparición es falsa, es el siguiente:
«La Santa Sede dictó unas normas claras sobre esto en 1978. Por tanto, hay un protocolo en acto. Pero hay señales de alerta. ¿Quiere una madre castigar a sus hijos enviándoles enfermedades, la muerte…? De ninguna manera. Así que las apariciones que hablan de castigos de Dios son absolutamente falsas».
Nueve días antes, la periodista Franca Giansoldati de Il Messaggero entrevistó a sor Giuseppina Daniela Del Gaudio SFI, profesora de teología dogmática en el macielista Ateneo Pontificio “Regína Apostolórum” de Roma y la única mujer en el comité directivo del Observatorio, que dijo lo siguiente:
«Finalmente, si hay mensajes, estos no deben contener elementos negativos, en contraste con el magisterio y la teología. [Por ejemplo,] si hay mensajes teñidos de tintes milenaristas, apocalípticos o si tienden a dividir la Iglesia o aterrorizar a la comunidad, a los católicos. Solo por mencionar uno de los casos más frecuentes. Nuestra Señora ciertamente no quiere asustar o crear cismas, rupturas, heridas».
Hay que agradecer que la PAMI ni su Observatorio existían cuando ocurrieron las apariciones del Buen Suceso, La Salette y Fátima, porque serían falsas según ese criterio, porque la Virgen dijo claramente:
- «Sabe aún que la Justicia Divina acostumbra descargar castigos terribles sobre naciones enteras, no tanto por los pecados del pueblo, cuanto por los de los sacerdotes y religiosos, porque estos últimos son llamados, por la perfección de su estado, a ser la sal de la Tierra, los maestros de la verdad y los pararrayos de la Ira Divina» (Nuestra Señora del Buen Suceso, 2 de Febrero de 1634).
- «La gente no observa el Día del Señor, continúan trabajando sin parar los Domingos. Tan solo unas mujeres mayores van a Misa en el verano. Y en el invierno cuando no tienen más que hacer van a la iglesia para burlarse de la religión. El tiempo de Cuaresma es ignorado. Los hombres no pueden jurar sin tomar el Nombre de Dios en vano. La desobediencia y el pasar por alto los mandamientos de Dios son las cosas que hacen que la mano de mi Hijo sea más pesada» (Nuestra Señora de La Salette, 19 de Septiembre de 1846).
- «Visteis el infierno a donde van las almas de los pobres pecadores; para salvarlas, Dios quiere establecer en el mundo la devoción a mi Inmaculado Corazón. Si se hace lo que os voy a decir, se salvarán muchas almas y tendrán paz. La guerra pronto terminará. Pero si no dejaren de ofender a Dios, en el pontificado de Pío XI comenzará otra peor. Cuando veáis una noche iluminada por una luz desconocida, sabed que es la gran señal que Dios os da de que va a castigar al mundo por sus crímenes, por medio de la guerra, del hambre y de las persecuciones a la Iglesia y al Santo Padre» (Nuestra Señora del Rosario de Fátima, 13 de Julio de 1917).
Y así son descritos por San Isaías Profeta (o mejor, el Espíritu Santo por medio de él) hace más de 2700 años, por lo que le fue mandado escribir para que quede constancia y escarmiento:
«Anda, pues, ahora a donde estén congregados y escríbeles esta predicción sobre una tablilla, y regístrala exactamente en un libro, para que sea en los días venideros un testimonio sempiterno. Porque éste es un pueblo que me provoca a ira, y ellos son hijos infieles, hijos que no quieren escuchar la ley de Dios; que dicen a los que profetizan: No profeticéis; y a los videntes o profetas: No estéis mirando para nosotros o vaticinando cosas rectas; habladnos de cosas placenteras, y profetizadnos cosas alegres, aunque sean falsas. Quitadnos de delante de los ojos este modo de obrar según la ley; alejad de nosotros tal sistema de vida; no nos vengáis siempre con que el Santo de Israel dice o manda. Por esto el Santo de Israel dice así: Ya que vosotros habéis desechado lo que os he mandado, y habéis puesto vuestra confianza en la calumnia y en la perversidad, y apoyádoos sobre esas cosas, por lo mismo esta maldad será para vosotros como un portillo en una alta muralla, que está para caer, y preguntan por él, y del cual se origina la ruina repentina en la hora menos pensada; y queda todo hecho pedazos, como se rompe con un fuerte golpe una vasija de alfarero, sin que ninguno de sus tiestos sirva ni para llevar un ascua de un hogar, o para sacar un poco de agua de un pozo.» (Isaías XXX, 8-14, versión de Mons. Félix Torres Amat).
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