En el vuelo de regreso a Roma después del viaje a Hungría el 30 de Abril, la periodista Eliana Ruggiero, corresponsal de la Agenzia Giornalistica Italia (AGI) le preguntó lo siguiente a Francisco Bergoglio:
«Si de algún modo Hilarión y también [Víktor] Orbán podrían acelerar el proceso de paz en Ucrania y también hacer posible un encuentro entre usted y Putin, ¿podrían hacer —entre comillas— de intermediarios?».
A lo cual respondió:
«Usted puede imaginar que en este encuentro no hemos hablado sólo de Caperucita Roja, hemos hablado de todas estas cosas. Se habla de esto porque el camino de la paz les interesa a todos. Estoy dispuesto a hacer todo lo que haya que hacer. Además, ahora hay una misión en marcha, pero aún no es pública. Vamos a ver cómo… Cuando sea pública la diré».
Dimitri Peskov, portavoz del Krémlin de Moscú, dijo a la agencia estatal rusa TASS que las autoridades de Rusia no tienen conocimiento del trabajo del Vaticano en un plan de paz en Ucrania. Pero su contraparte de Kiev fue más allá, pues un portavoz de Zelenski dijo ante CNN que
«el presidente Zelensky no ha dado ningún permiso para una discusión de este punto por cuenta de Ucrania: si hay conversaciones en curso, están sucediendo sin que nosotros tengamos conocimiento y sin nuestra bendición».
Y el propio Hilarión Alféyev declaró en un comunicado en el sitio web de la metrópolis ortodoxa rusa de Budapest y Hungría lo siguiente:
«En la prensa han aparecido insinuaciones según las cuales me reuní con elPapaFrancisco para darle información con el fin de llegar a algunos acuerdos secretos o con otros fines políticos. Respondo para los interesados: no hubo nada concerniente a las relaciones bilaterales entre la Iglesia católica romana y la Iglesia ortodoxa rusa. No se trataron cuestiones políticas. La reunión fue de carácter personal entre dos viejos amigos».
Y mientras, dentro de la Muralla Leonina… el silencio impera. Nadie ha salido a explicar esa «misión “secreta” en marcha» de la que habló Bergoglio.
Caricatura tomada de GLORIA CARTOON.
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