lunes, 29 de mayo de 2023

EL JUICIO DE DIOS SOBRE CONSTANTINOPLA POR EL CISMA GRIEGO

Entrada del Sultán Mehmet II en Constantinopla el 29 de Mayo de 1453 (Benjamín Constant. Museo de los Agustinos de Tolosa).

El justo juicio de Dios cayó entonces sobre la nueva Roma, tan profundamente decaída. El 6 de Abril, el sultán Mehmet II la rodeó por tierra y por mar; las naves de Venecia y de Génova, y con ellas gentes enviadas por el cardenal Isidoro de Kiev, ayudaron a la defensa, que fue conducida con el supremo esfuerzo. Pero el 29 de Mayo de 1453 la ciudad fue tomada por asalto; el emperador Constantino cae en la masacre, el imperio griego llegó a su fin y la espléndida iglesia de Santa Sofía fue convertida en mezquita ante los ojos de los orgullosos griegos. Grande fue el dolor del Occidente y mayormente del Papa, el cual ya planeaba enviarles una armada más fuerte para socorrerla [1].
   
El conquistador, a quien le gustaba mucho el cisma, buscó atraer a los griegos dispersos para regresar a la ciudad, e hizo que se eligiese patriarca a Genadio (Jorge Escolario), enemigo de la unión, el cual fue investido por él, como se acostumbraba de antiguo por los emperadores cristianos. El patriarcado recuperó poco a poco su externo esplendor, mas quedó sometido a la tiranía turca y sus ambiciosos manejos. Ya en el 1458, el patriarca fue obligado a abdicar; el clero era tan indócil que su sucesor Joasaf se precipitó por desesperación a un pozo el domingo de Pascua (10 de Abril) de 1463: luego fue rescatado, pero de ahí a poco maltratado por el sultán y desterrado.
    
Luego que en 1461 el sultán puso fin también al imperio griego de Trebisonda, muchas familias notables de allí se trasladaron a Estambul (que así se llamo en adelante a Constantinopla), y aquí procuraron lograrse el patriarcado. De aquí a corto paso se llegó a tal punto que el patriarcado era comprado por dinero al sultán: la simonía triunfaba cada día peor y muchos sujetos indignos conseguían las más altas dignidades de la Iglesia griega. Solo el patriarca Nifón II estaba exento del odio hacia los latinos: él, aconsejando al metropólita José de Kiev a aceptar el concilio de Florencia, onservaba que tal vez la cólera de Dios golpeó a los griegos precisamente por la ruptura de la unión. Este era el sentimiento que dominaba entre los latinos, como también entre los griegos, que repararon en Occidente y que dispersos mantuvieron fe en la unión. El absolutismo imperial había además causado una profunda decadencia en el imperio, y por tal decadencia fue precisamente llevado a ruina: el islamismo de tiempo atrás había tomado una injerencia notable y se hallaba preferido a lo que era latino [2].

Card. JOSÉ HERGENRÖTHER HORSCHHistoria universal de la Iglesia, vol. 8: “Los Papas renacentistas, la Unión con los griegos, y el Descubrimiento de América”. Traducción propia.
    
NOTAS
[1] Card. Isidoro de Kiev, Epist. ad omn. christ., en Migne, Patrología Græca CLIX, 953 s. Leonardo de Quíos OP, arzobispo titular de Mitilene, De Constantinopoli capta ad Nicol. V, ibid. CLIX, 923 s. Hist. polit. ed. cit. p. 16-25. Mateo Camariota, Narratio lamentabilis de Constantinopoli capta, en Migne, Patrología Græca CLX, 1059 s. Andrónico Calisto, Monodia de Constantinopoli capta, ibid. CLXI, 1131: s. Nicolás Bárbaro, Ephemerides de Constantinopoli a. 1453 obsessa atque expugnata, ibid. CLVIII, 1067 s. Relato francés del Cardenal de Aviñón, en Bouchon, Collect. des Chroniques nat. franç. t. XXXVIII; Martène y Durand, Collect. ampliss., tomo V. Diario del veneciano Nicolás Bárbaro, ed. de Viena, 1856. Krumbacher, Ein dialogischer Threnos auf den Fall von Konstantinopel (Sitzungsber. der bayr. Akad. der Wiss., Histor. Kl. 1901. p. 329. ss.). Mordtmann, Belagerung und Eroberung Konstantinopels durch die Turken, Stuttgart, 1858. Vlasto, Les derniers jours de Constantinople, Paris, 1883. Chedomil, Constantine, the last emperor of the Greeks; the conquest of Costantinople, London, 1892.
[2] Genadio II, Histor. patriarch., ed. cit. p. 78 s. Cuper, Acta Sanctor. l. c. p. 192 s.; Epístola de Nifón II en Raynald. l. c. a. 1486, n. 62.

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