«Consideradlo, hijos míos: el tesoro del hombre cristiano no está en la tierra, sino en el cielo. Por esto, nuestro pensamiento debe estar siempre orientado hacia allí donde está nuestro tesoro» (Santo Cura de Ars).
Bonifacio era ciudadano de Roma, y había mantenido una relación ilícita con una señora adinerada llamada Áglae. Posteriormente, al oír del cristianismo, se dolió tanto de su pasada conducta inmoral que, como vía de penitencia, se dedicó a buscar y dar sepultura a los cuerpos de los Mártires. En uno de sus viajes, en el año 307, dejó a sus compañeros, y encontró, al llegar a Tarso de Cilicia, que muchos eran sometidos a diversas torturas por profesar la fe de Cristo, se les acercó, besó sus cadenas, e hizo todo cuanto estuvo en su mano para urgirlos a que soportaran pacientemente la corta labor de los sufrimientos que eran seguidos por el descanso eterno.
Por esto fue capturado, y como se negó a adorar a lod ídolos, fue desgarrado con ganchos de hierro. Le introdujeron en las uñas unas varas afiladas, y vertieron plomo fundido en su garganta. En medio de sus tormentos, su única exclamación fue: «Os doy gracias, oh Señor Jesucristo, Hijo de Dios!». Luego fue puesto, cabeza abajo, en un caldero de pez hirviendo; y cuando fue sacado de allí, y hallado ileso, el juez, en un arranque de ira, ordenó que fuera decapitado. Durante su ejecución, un gran terremoto sacudió la ciudad y más de 550 paganos se convirtieron al cristianismo. Su alma ascendió al Cielo el día antes de los Idus de Mayo (14 de Mayo), durante la persecución de Diocleciano y Maximino.
Al día siguiente, llegaron sus compañeros de viaje, que habían ido a buscarlo pensando que estaba ebrio, pero un hombre les contó que Bonifacio había sufrido el martirio. Rescataron su cuerpo decapitado por 550 monedas de plata; y habiéndolo embalsamado y envuelto en un sudario, lo retornaron a Roma.
Todo esto le fue comunicado en un sueño por un ángel a Áglae, la cual se había dedicado también a la penitencia y las buenas obras. Con consejo del clero, fue a recibir las reliquias de su Mártir, al cual enterró en la iglesia de San Bonifacio en la Vía Latina en las Nonas de Junio (5 de Junio). Sus reliquias, halladas el Martes de la semana de Ramos 28 de Marzo del 1217, fueron depositadas por Honorio III junto a las de San Aleno, bajo el altar mayor de la iglesia de los Santos Bonifacio y Alejo en el Aventino. La cabeza de San Bonifacio es venerada en una teca de plata en forma de busto.
ORACIÓN
Concédenos te suplicamos, oh Dios Omnipotente, que observando la fiesta de tu bienaventurado Mártir San Bonifacio, podamos ser socorridos por su intercesión ante su Majestad. Por J. C. N. S. Amén.
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