Estos dos santos se celebran juntos pues ambos fueron compañeros en el martirio, a finales del siglo XIV. Juan Lorenzo había nacido en Cetina, cerca de Zaragoza, y pasó sus primeros años al servicio del señor de Cetina, un militar. Se retira a San Ginés, no lejos de Cartagena y de allí a la comarca de Monzón, donde se hace franciscano y es ordenado sacerdote. Pasa por Barcelona y Chelva (Valencia), donde desarrollará una gran actividad misionera. Decidido a anunciar el Evangelio a los musulmanes al oír del martirio de cuatro frailes en Tierra Santa, marcha a Roma, donde pide al Papa Bonifacio IX las debidas licencias para ejercitar su ministerio allí. El Papa le niega la solicitud, pero le autoriza predicar entre los musulmanes del reino moro de Granada. En esta tarea se le unirá Pedro de Dueñas, hermano lego franciscano recién profeso, a quien conoció en el monasterio de San Francisco del Monte, en Córdoba.
Llegaron a Granada el 28 de Enero de 1397, y predicaron en la puerta de Elvira. El caso es que tal era la fama evangélica que cobraron estos dos franciscanos, que el rey sarraceno Mohamed VII los detiene: ante el interrogatorio, Juan contesta: “Somos religiosos, ministros de Jesucristo, que, compadecidos de vosotros, venimos a predicar su ley, para que desengañados de la secta falsa de Mahoma, logréis el Cielo y vida eterna. El rey manda encerrarlos en una mazmorra, azotarlos y, finalmente, decapitarlos. La sentencia fue cumplida el 19 de Mayo del año 1397.
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