domingo, 16 de abril de 2023

OTRO FIASCO PARA EL “DESPERTAR EUCARÍSTICO” ESTADOUNIDENSE: CUPICH NO QUIERE QUE LA CUSTODIA PASE POR CHICAGO


Del 17 al 21 de Julio de 2024, la Conferencia de Obispos Católicos de Estados Unidos realizará el X Congreso Eucarístico Nacional (el primero en 84 años), en el estadio Lucas Oil de Indianápolis. Como preparación, se organizarán en Mayo de 2024, cuatro peregrinaciones desde los cuatro puntos cardinales de la nación seguirán sendas custodias hasta Indianápolis. Así lo informa el sitio web del congreso:
  • Norte (Ruta Mariana): Partirá del lago Itasca (Minesota), donde nace el río Misisipi, y pasará por la archidiócesis de San Pablo y Mineápolis, el Santuario Nacional de Nuestra Señora del Buen Socorro (Champion, Wisconsin; único lugar de aparición mariana en los Estados Unidos), las archidiócesis de Milwaukee y de Chicago, y la diócesis de Fort Wayne-South Bend (Indiana)
  • Este (Ruta Isabel Ana Seton): Partirá desde la ciudad de New Haven (Connecticut), y cruzando los Apalaches, pasará por las archidiócesis de Nueva York, Filadelfia, Baltimore (primera diócesis católica en los Estados Unidos), Washington DC, la diócesis de Steubenville (o lo que quede de ella), y la archidiócesis de Cincinnati.
  • Sur (Ruta Juan Diego): Partirá desde Brownsville (Texas), cerca a la frontera con Méjico, y pasará de por la diócesis de Corpus Christi y la archidiócesis de Galveston-Houston, de donde irá, bordeando el Golfo, a las archidiócesis de Nueva Orléans, Mobile (Alabama), Atlanta, y la diócesis de Nashville (Tennesee).
  • Oeste (Ruta Fray Junípero Serra): Es por lejos la más larga (más de 2.200 millas/3.500 kilómetros) y extenuante (atravesando el desierto de Nevada, las Montañas Rocosas y las Grandes Llanuras del Medio Oeste). Parte desde la ciudad de San Francisco y pasará por la diócesis de Salt Lake City, las archidiócesis de Denver, Omaha (Nebraska), y Kansas City (Kansas), la diócesis de Kansas City-San José y la archidiócesis de San Luis (Misuri).
Rutas de las peregrinaciones agendadas para el Congreso Eucarístico Estadounidense (Fuente: página oficial).
  
Las peregrinaciones no pasarán con la custodia expuesta ni por el desierto de Nevada, ni por la archidiócesis de Chicago. Esto porque, como el sitio web Pillar Catholic publicó el 14 de Abril, el cardenal Blase Joseph Cupich Mayhan, arzobispón de Chicago, ha prohibido a los peregrinos exhibir la custodia mientras pasa por la archidiócesis, llevando en cambio un ciborio (es de advertir que la peregrinación llegará a Chicago durante el verano).
  
Cupich objeta el Congreso Eucarístico Nacional no en razón de su coste (14 millones de dólares), sino por su simple y llana aversión a la Misa y todo cuanto se relacione a ella. Extremo confirmado por personas cercanas al congreso.

Cupich hipócritamente le dijo a otros obispos que los videos que promueven el Despertar Eucarístico ponen demasiado énfasis en la adoración eucarística, lo que podría “distorsionar” la doctrina católica (como si la doctrina católica –esto es, de antes del Vaticano II– le importara, o como si él la promoviera).
    
En 2022, Cupich publicó un opúsculo llamado “Take, Bless, Break, Share: A Strategy for Eucharistic Revival” (Tomar, Bendecir, Partir y Compartir: Una estrategia para el Despertar Eucarístico). Hablando de la adoración eucarística, Cupich reproduce una columna suya publicada el año anterior en la revista liberal (socialdemócrata) Commonweal respondiendo al periodista Peter F. Steinfels:
«La adoración eucarística es un desarrollo legítimo de la piedad en la Iglesia occidental con muchos beneficios para quienes la practican. La adoración destaca la presencia permanente del Señor en su sacramento. Y con ese sentido de presencia, también captamos su disponibilidad para nosotros. Como práctica espiritual, la adoración ofrece una oportunidad para la oración tranquila y meditativa centrada en el Señor presente en su sacramento. En las últimas décadas, esta forma de oración ha ganado adeptos en Estados Unidos para quienes se ha convertido en una dimensión muy importante de su espiritualidad.
   
Aunque hay muchos elementos positivos en la adoración eucarística, también necesita el contexto y la dirección de la catequesis y la formación eucarística para evitar la estrechez e incluso las percepciones distorsionadas del sacramento mismo. Por ejemplo, sin el contexto adecuado, la adoración eucarística puede privatizar la relación de uno con el sacramento y con el Señor mismo. Aunque la oración asociada a la adoración puede y debe ser personal, no puede ser meramente privada y auténticamente eucarística al mismo tiempo. Los libros litúrgicos que ofrecen el camino para la adoración asumen un contexto comunitario: proclamación de la Palabra de Dios, tal vez algo de música y una reunión común de los fieles para la adoración. Del mismo modo, la adoración no puede “objetificar” la Eucaristía, convirtiéndola en una realidad estática. La adoración debe partir y conducir a la celebración eucarística.
   
Estas preocupaciones sobre la adoración eucarística también se aplican a varias formas de piedad popular que tienen una dimensión eucarística. La catequesis y la formación deben ayudar a los fieles a ver el vínculo entre la liturgia eucarística y sus propias prácticas devocionales. Esa misma catequesis y formación debe alentar también estas manifestaciones de la religiosidad popular para que mantengan e incluso fortalezcan su carácter comunitario o comunitario.
   
Los líderes católicos, incluidos los obispos, no deben tener miedo de dedicar a este asunto el tiempo y la atención que merece, ya que nuestro único objetivo debe ser servir al pueblo de Dios de una manera que edifique el Cuerpo de Cristo».
Míster Cupich ignora que el culto eucarístico ha sido parte de la Liturgia y la Doctrina Católica, y el Concilio de Trento, en su decreto sobre la Sagrada Eucaristía, dice:

LATÍN
  • Cap. 5. «Nullis ítaque dubitándi locus relínquitur, quin omnes Christi fidéles pro more in Cathólica Ecclésia semper recépto latríæ cultum, qui vero Deo debétur, huic sanctíssimo Sacraménto in veneratióne exhíbeant (can. 6). Néque enim ídeo minus est adorándum, quod fúerit a Christo Dómino, ut sumátur (cf. Matth. 26, 26ss), institútum. Nam illum eúndem Deum præséntem in eo adésse crédimus, quem Pater ætérnus introdúcens in orbem terrárum dicit: “Et adórent eum omnes Ángeli Dei” (Heb. 1, 6; ex Ps. 96, 7), quem Magi procidéntes adoravérunt (cf Matth. 2, 11), quem dénique in Galilǽa ab Apóstolis adorátum fuísse Scriptúra testátur (cf. Matth. 28, 17).
        
    Declárat prætérea sancta Sýnodus, pie et religióse admódum in Dei Ecclésiam indúctum fúisse hunc morem, ut síngulis annis peculiári quódam et festo die præcélsum hoc et venerábile Sacraméntum singulári veneratióne ac solemnitáte celebrarétur, útque in processiónibus reverénter et honorífice illud per vias et loca pública circumferétur. Æquísimum est enim, sacros áliquos statútos esse dies, cum Christiáni omnes singulári ac rara quádam significatióne gratos et mémores testéntur ánimos erga commúnem Dóminum et Redemptórem pro tam ineffábili et plane divíno benefício, quo mortis ejus victória et triúmphus repræsentátur. Átque sic quídem opórtuit victrícem veritátem de mendácio et hærési triúmphum ágere, ut ejus adversárii, in conspéctu tanti splendóris et in tanta univérsæ Ecclésiæ lætítia pósiti, vel debilitáti et fracti tabéscant, vel pudóre affécti et confúsi aliquándo resipíscant.
  • Can. 6. «Si quis dixérit, in sancto Eucharistíæ sacraménto Christum unigénitum Dei Fílium non esse cultu latríæ étiam extérno adorándum, átque ídeo nec festíva peculiári celebritáte venerándum, néque in processiónibus secúndum laudábilem et universálem Ecclesiæ sanctæ ritum et consuetúdinem solémniter circumgestándum, vel non públice, ut adorétur, pópulo proponéndum, et ejus adoratóres esse idolólatras: anathéma sit». 

TRADUCCIÓN
  • Cap. V: «No queda, pues, ningún lugar a duda de que, conforme a la costumbre recibida de siempre en la Iglesia Católica, todos los fieles de Cristo en su veneración a este santísimo sacramento deben tributarle aquel culto de latría que se debe al verdadero Dios (can. 6). Porque no es razón para que se le deba adorar menos, el hecho de que fue por Cristo Señor instituído para ser recibido (cf. Mt. 26, 26 ss). Porque aquel mismo Dios creemos que está en él presente, a quien al introducirle el Padre eterno en el orbe de la tierra dice: “Y adórenle todos los ángeles de Dios” (Heb. 1, 6; según Sal. 96, 7); a quien los Magos, postrándose le adoraron (cf. Mt. 2, 11), a quien, en fin, la Escritura atestigua (cf. Mt 28, 17) que le adoraron los Apóstoles en Galilea.
        
    Declara además el santo Concilio que muy piadosa y religiosamente fué introducida en la Iglesia de Dios la costumbre, que todos los años, determinado día festivo, se celebre este excelso y venerable sacramento con singular veneración y solemnidad, y reverente y honoríficamente sea llevado en procesión por las calles y lugares públicos. Justísima cosa es, en efecto, que haya estatuidos algunos días sagrados en que los cristianos todos, por singular y extraordinaria muestra, atestigüen su gratitud y recuerdo por tan inefable y verdaderamente divino beneficio, por el que se hace nuevamente presente la victoria y triunfo de su muerte. Y así ciertamente convino que la verdad victoriosa celebrara su triunfo sobre la mentira y la herejía, a fin de que sus enemigos, puestos a la vista de tanto esplendor y entre tanta alegría de la Iglesia universal, o se consuman debilitados y quebrantados, o cubiertos de vergüenza y confundidos se arrepientan un día».
  • Canon VI: «Si alguno dijere que en el santísimo sacramento de la Eucaristía no se debe adorar con culto de latría, aun externo, a Cristo, Hijo de Dios unigénito, y que por tanto no se le debe venerar con peculiar celebración de fiesta ni llevándosele solemnemente en procesión, según laudable y universal rito y costumbre de la santa Iglesia, o que no debe ser públicamente expuesto para ser adorado, y que sus adoradores son idólatras, sea anatema».
  
Por otra parte, Cupich implemente reafirma la doctrina del Vaticano II, que enseña que la Misa no es la renovación incruenta del Sacrificio de Cristo en la Cruz del Calvario, sino el memorial de la Cena pascual celebrado por la asamblea comunal presidida por un presbítero. Así lo decía la redacción original del número 7.º de la Instrucción General del Misal Romano, y cuyo espíritu permanece en el Novus Ordo a pesar de las reediciones de 1970, 1975 y 2002:
«Cena domínica sive Missa est sacra synáxis seu congregátio pópuli Dei in unum conveniéntis, sacerdóte prǽside, ad memoriále Dómini celebrándum. Quare de sanctæ Ecclésiæ locáli congregatióne eminénter valet promíssio Christi: “Ubi sunt duo vel tres congregáti in nómine meo, ibi sum in médio eórum” (Mt. 18, 20). [La cena del Señor, o Misa, es el encuentro sagrado o congregación de la asamblea del pueblo de Dios, con presidencia del sacerdote, para celebrar el memorial del Señor. Por esta razón, se aplica eminentemente a tal reunión local de la santa Iglesia la promesa de Cristo: “Donde se reúnen dos o tres en mi nombre, ahí estoy yo en medio de ellos” (Mt. 18, 20)]» (Negrillas fuera del texto).
Tal definición fue criticada por Mons. Antonio de Castro-Mayer en su examen sobre el Novus Ordo, señalando lo siguiente:
  1. Se insiste en la Misa entendida como una comida, en detrimento de su carácter en esencia sacrificial (que no es significado en esa definición).
  2. Apenas se distingue el carácter sacramemtal del sacerdote, reducido a presidente de la asamblea del “Pueblo de Dios”, sin la cual no habría la celebración.
  3. Se confunde la Presencia Real con la Presencia Espiritual a que hace referencia la perícopa evangélica citada. Confusión que se repetirá en numeral 8 del documento.
Añadimos a esto que, si Misa Católica es la renovación del Sacrificio de la Cruz (llevando así a plenitud la figura de todos los sacrificios de la Ley antigua), al definirse la Misa del Novus Ordo como una cena –y no cualquier cena, el Séder pascual judío– y detenerse allí, está ¡POSPONIÉNDOSE LA REALIDAD EN FAVOR DE SU IMAGEN SIMBÓLICA! Valga ilustrar este punto con un ejemplo: el coro del himno “Señor, te ofrecemos el vino y el pan”, compuesto en 1962 por el sacerdote-presbítero carismático José María Goicoechea Aizcorbe C.Ss.R. y usado por los Novusorditas hispanohablantes en el ofertorio del Jueves Santo, dice:
«Señor, te ofrecemos el vino y el pan,
Así recordamos la Cena Pascual».
   
Ahora, tampoco es algo insólito el comportamiento de Cupich ni un caso aislado: Se cuenta que, por más de 20 años, la diócesis de San Petersburgo (Florida) había prohibido la adoración eucarística (aunque igual, en el Novus Ordo no hay Presencia Real), y en los lugares donde no estaba prohibida, era poco habitual hasta fines de la década del 2000.
  
Ahora, preguntará el lector: «¿Por qué rechazan ellos la adoración eucarística?». Porque la religión del Vaticano II no cree en un Dios TRASCENDENTE al individuo y que actúa en la realidad exterior, sino en un Dios INMANENTE que puede ser construido por el individuo en su propia realidad a partir de experiencias de “encuentros”. Eso es lo que les enseñan en los seminarios a los futuros presbíteros, y a su vez lo inoculan a sus incautos feligreses.
   
Y en cuanto a Cupich, la posibilidad de ver en procesión la custodia es una acusación pública contra él, porque él afirma que CUALQUIERA puede recibir la inválida galleta y el Kool Aid novusordiano, así sea protestante, abortista u homosexual (o, como una vez en Chicago, a la alcaldesa de la ciudad, que reunía esas tres características), preside servicios con rituales paganos hindúes y chinos, tolera improvisaciones en el Relato de Institución (allá no se usa la expresión Palabras de la Consagración) y bendiciones con guitarras, y persigue a los neocones que siguen el rito roncalliano.
   
A la final, los Verdaderos Católicos nos reímos de estos fervorines modernistas que no servirán de mucho, sabiendo que en el Novus Ordo NO HAY TRANSUBSTANCIACIÓN, porque en sus “misas” usan una Forma (palabras) adulterada y porque sus oficiantes NO SON SACERDOTES TAMPOCO.

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